El descubrimiento de Urano en 1781 marcó el inicio de la revolución industrial y tecnológica, un proceso que habría de tener un impacto tan profundo sobre la salud y el bienestar de los seres humanos que la franja de longevidad ha venido a estabilizarse en torno a los 84 años, que es el tiempo que tarda Urano en completar su ciclo orbital alrededor del Sol. Antes de 1781, el desarrollo de la vida humana estaba regulado por el ciclo de Saturno, tradicionalmente el Dios del Tiempo y de todo lo que es terminal. La transición de un ciclo de maduración saturnino a otro uraniano ha transformado la estructura cognitiva de los seres humanos, símbolo de la cual es la emergencia y expansión de la conocida como ‘Inteligencia Emocional’. La realidad es que todo el valor y el propósito de ser humano necesita ser redefinido, pero no en términos homogéneos y uniformes como nos ha enseñado la tradición, sino en términos perfecta y absolutamente diferenciados.
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